Un episodio de llanto intenso puede desencadenar cambios
físicos inmediatos, como sequedad bucal y alteraciones del ritmo cardíaco.
Cuando ya ha pasado la tormenta, sueles sentir alivio emocional.
Escrito por Nelcy
Gonzalez Patino
Aunque a veces quieras esconderlo, los ojos rojos y la cara
hinchada son señales visibles de un llanto profundo. Esta respuesta natural
suele activarse cuando una situación externa o interna sobrepasa tu umbral
sensorial y emocional, provocando distintos efectos en el cuerpo, como
dolor de cabeza, congestión nasal e incluso sudoración. Por lo general,
estas manifestaciones físicas temporales suelen ser la antesala de beneficios
como el alivio emocional.
Se sabe que llorar mucho puede desencadenarse por
desequilibrios hormonales, agotamiento, soledad o incluso como efecto
secundario de ciertos medicamentos. Sin embargo, este mecanismo puede
convertirse en un problema que requiere la ayuda de un especialista
cuando —sin ningún motivo aparente— las lágrimas no paran casi a
diario durante mucho tiempo, se producen ante situaciones menores o vienen
acompañadas de tristeza profunda, pensamientos negativos constantes y
desesperanza.
A continuación, profundizamos en lo que ocurre por dentro y
por fuera de tu cuerpo (y mente) cuando lloras mucho.
1. Hinchazón del rostro y los ojos
Cuando lloras por mucho tiempo, los vasos
sanguíneos alrededor de tu rostro, y en especial de tus ojos, se dilatan para
aumentar el flujo de la sangre. A su vez, las glándulas lagrimales también
trabajan de forma excesiva, por lo que agravan la inflamación. Esta es la causa
de la aparición de ojos hinchados. De igual forma, cuando te frotas los ojos,
se intensifica la hinchazón. Este efecto también ocurre porque se produce la
acumulación de líquido en los párpados.
2. Dolor de cabeza
La contracción de los músculos del rostro, el cuero
cabelludo y el cuello, que comprime los vasos sanguíneos y nervios, el esfuerzo
que requiere sollozar y la deshidratación son los responsables del dolor de cabeza
tras un llanto intenso. Por lo general, se produce un dolor pulsante y
opresivo que es temporal.
3. Congestión nasal y dolor de garganta
Las lágrimas no solo fluyen hacia los ojos,
sino que también drenan por la nariz, a través del conducto nasolagrimal. Este exceso de líquido se mezcla con
la mucosidad y la diluye, lo que provoca moqueo abundante.
Asimismo, el estrés emocional puede causar congestión nasal
cuando se activa el sistema nervioso parasimpático y provoca la dilatación de
los vasos sanguíneos nasales. En consecuencia, se pone en marcha la respiración
por la boca, que expone a la garganta al aire seco.
Esto, sumado al goteo postnasal (moco y lágrimas) y a la
tensión de los músculos cuando sollozas, puede irritar la garganta y causar
ronquera, carraspera o un dolor leve cuando tragas.
4. Sequedad bucal
Tras el llanto profundo y prolongado, lo más
probable es que experimentes sequedad bucal debido a la deshidratación. En
conjunto, ocurre un desequilibrio hormonal, ya que se eleva la noradrenalina,
que inhibe la secreción salival, mientras que el cortisol hace la saliva más espesa.
5. Cambios en el ritmo cardíaco y la
respiración
Cuando te abruman las emociones y brotan las lágrimas con
intensidad, pueden producirse cambios en la respiración y el ritmo cardíaco. De
acuerdo a algunos estudios, esta respuesta busca la autorregulación del
cuerpo.
Por un lado, durante el llanto provocado por un estímulo
estresante, una investigación observó la ralentización en la respiración al
comenzar a llorar, así como un aumento inicial del ritmo cardíaco, seguido de su rápida
disminución.
Otro estudio indicó que los participantes que lloraron por
videos tristes registraron una respiración más estable, mientras que esta se
aceleró en quienes no lo hicieron. Además, justo antes de que aparecieran las
lágrimas, se identificó una disminución de la frecuencia cardíaca; sin embargo,
durante el llanto regresó a niveles normales.
Aun así, esto no es lo único que puede ocurrir. Durante
episodios de estrés emocional agudo, puede aumentar la
frecuencia respiratoria y el ritmo cardíaco se hace más variable.
6. Sudoración
En sintonía con la consecuencia anterior, debido a
las emociones intensas, bien sea tristeza, ira o angustia, tu cerebro activa su
sistema de alarma. Es allí cuando se eleva la temperatura y aparece la
sudoración emocional, principalmente en la palma de las manos y las axilas,
para enfriar el cuerpo. De hecho, esta respuesta es común durante ataques de pánico o ansiedad severa.
Además, tanto las lágrimas como el sudor son respuestas al
estrés. Y es que cuando este mecanismo de regulación emocional se
manifiesta conlleva un esfuerzo físico leve que produce calor corporal,
debido a que viene acompañado de tensión muscular, sollozos y espasmos en el
pecho.
Eso sí, esto no ocurre siempre. Si el llanto es suave,
desprovisto de una gran carga emocional o mucho esfuerzo, lo más probable es
que no sudes.
7. Temblores
¿Has notado que en episodios de llanto fuerte se tensan tus
músculos? Esto ocurre porque cuando estás bajo mucho estrés, tu cuerpo
libera noradrenalina, una sustancia que estimula el sistema nervioso.
Esto activa las neuronas y provoca estas contracciones rápidas e involuntarias.
En realidad, se trata de la forma en que tu organismo responde a la sobrecarga
emocional, en especial durante crisis de angustia.
8. Cansancio y fatiga
Después de un episodio de llanto prolongado es probable que
hayas experimentado agotamiento. Esto se debe a que, como indicamos,
contraes los músculos, y varía tanto el ritmo cardíaco como la respiración.
De igual forma, cuando lloras se produce la liberación de cortisol, conocida
como la hormona del estrés, cuya regulación implica gasto energético.
9. Alivio emocional y reducción del estrés
¿Has tratado de contener
las lágrimas? Si es así, te recomendamos no hacerlo porque dejarlas salir
podría producir un efecto de catarsis. Incluso, es posible que puedas sentir mayor
control de tus emociones y manejar mejor los eventos difíciles. De manera que
llorar se asocia al alivio emocional, debido a que te permite expresar la
tristeza, la frustración, al igual que la alegría.
De esta forma, liberas endorfinas y hormonas asociadas al
bienestar que te producen calma. Por eso, después de un episodio
prolongado de llanto puedes sentir la reducción de la tensión y el aumento de
la claridad mental. De hecho, un estudio reveló que más del 70 % de las
personas encuestadas afirmó que llorar
les hacía sentir mejor. Eso sí, puede que no ocurra de forma inmediata.
Además, después de un episodio de este tipo, se activa
el sistema nervioso parasimpático que produce calma y ayuda a restablecer el
equilibrio emocional.
No obstante, este efecto positivo del llanto puede no
producirse en todas las personas, es decir, no es universal. Esto se debe a
que entran en juego variables como el entorno social y las
emociones de quien llora. Además, quienes sufren de ansiedad o depresión pocas
veces reportan alivio emocional.
10. Apoyo y cohesión social
Cuando lloras muestras vulnerabilidad y, al percibirla, los
otros ofrecen su apoyo social y comprensión, al tiempo que facilita la
cohesión grupal. Esto permite mejorar los lazos sociales y fortalecer
las relaciones, debido a que promueve empatía y conexión emocional.
No obstante, como desventaja, cuando el llanto es
desproporcionado podría ser interpretado por otros como búsqueda de atención o
incluso manipulación.
¿Cuándo es necesario acudir al médico?
Aunque el llanto es una respuesta natural de nuestro
cuerpo, cuando se produce de forma excesiva, al punto de afectar tu vida cotidiana, puede indicarte que debes
tomarte el tiempo para determinar qué hay detrás de esta
manifestación. Algunas señales por las que debes acudir a un especialista
son las siguientes:
- Llorar
a diario sin un motivo claro.
- Sentir
tristeza, desesperanza y vacío.
- Tener
problemas para conciliar el sueño.
- Perder
el interés en actividades que solías disfrutar.
- Experimentar
pensamientos negativos recurrentes.
Presta atención a las señales
Como hemos visto, el llanto es una respuesta natural que
desencadena tanto efectos físicos como emocionales. En el primer caso,
produce el aumento de la respiración y cansancio, mientras que en el segundo
destaca el alivio emocional y el apoyo social.
Mientras unas personas sienten que no pueden
llorar, otras lo hacen con mucha frecuencia. Por eso, cuando de llanto
emocional se trata, considerar variables como el género, la edad y el entorno
social hace posible valorar las diferencias entre personas y grupos.
No obstante, también es clave reconocer cuando
llorar mucho puede ser una señal de problemas, como ansiedad y depresión. Si notas que te ha invadido la desesperanza y
te abruman los pensamientos negativos, te recomendamos buscar ayuda profesional
para recuperar el bienestar físico y emocional.
Fuente: https://mejorconsalud.as.com/
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