POR ROBERTO LAFONTANIE
47 muertes, saldo nefasto del periodo feriado que acaba de transcurrir.
Sin embargo, la ciudad se mueve como si nada hubiera ocurrido, como si se
hubiera hipnotizado frente a la posibilidad de la muerte en el tránsito
habitual por las vías públicas. ¿Cómo explicar este comportamiento cuando pocas
semanas antes ese mismo conglomerado humano, aterrado frente al desconocimiento
de las medidas que se estaban tomando para evitar el posible impacto de la
mortal enfermedad del Ébola, o, más aun, ante la reacción por fallecimiento de
once infantes en el fatídico fin de semana del Robert Reid Cabral , reaccionó
de forma tan contundente que determinó el uso de la voluntad política para
tomar las decisiones necesarias para seguir las impostergables transformaciones
del sistema de salud?
La salud de las personas en el uso de las vías públicas depende de tres
factores. Primero, el humano, constituido por los usuarios, ya se trate de
peatones, conductores, motociclistas o ciclistas. Determinan la seguridad vial
dependiendo del tiempo de respuesta a situaciones inesperadas. Este tiempo está
determinado por: cansancio, edad avanzada, estado de ánimo, comidas pesadas,
uso del teléfono celular, trastorno de visión o audición, uso de medicamentos,
alcohol, etc.
Segundo, factor máquina, compuesto por los diferentes tipos de medios de
transporte. La integridad de todos sus componentes, sean estos la carrocería,
neumáticos, sistema eléctrico, frenos, etc, es determinante cuando se aborda el
tema de la seguridad vial; y, tercero, el factor vial, se refiere a las calles
y carreteras por donde transitan los usuarios más los dispositivos de control
como los semáforos y las señales, ya sean reglamentarias, regulatorias, o
preventivas.
Del cumplimiento de las normativas en la interrelación de los tres
factores depende la seguridad en el tránsito por las vías públicas y por ende
la salud de las personas. La cultura vial en nuestro país está caracterizada
por todo lo contrario, es como una danza constante con la muerte caracterizada
por la interrelación de la violación de los componentes de los tres factores.
De ahí que la perdida de personas por el uso de las calles y avenidas solo
sirva para adornar los titulares de la prensa escrita o como tema de central en
los programas de panel y los nombres de las víctimas para constituir
fundaciones cuando tienen apellidos de familias de los sectores favorecidos de
la sociedad.
Sin embardo, esta realidad es un determinante del subdesarrollo en el
que se encuentra inmersa la nación, no solo por ser la cuarta causa de muerte
durante el último lustro o por la estela de lesionados permanentes que se
convierten en una carga para la familia y el Estado, sino también por ser los
afectados personas que tienen el peso de la producción de riquezas de la
nación. Por esto es necesario pasar de la complicidad perversa, por la
convicción de la responsabilidad compartida, a la acción, producto del
despertar de la conciencia nacional sobre la importancia de la salud de las
personas como un elemento fundamental para su desarrollo.
Un problema complejo cuya solución no se puede vislumbrar solamente
desde el Paradigma Médico Biológico, inversión en el fortalecimiento de los
servicios de salud; amerita una solución integral que abarque todos los
factores que inciden en la salud de las personas, por lo que solo puede ser
abordado desde el Paradigma de la
Promoción de la
Salud.
Esto implica la
Construcción de Políticas Públicas Saludables que vinculen a
los sectores salud, educación, obras públicas, policía, alcaldía, justicia y
turismo.
También la Creación
de Entornos Saludables a la circulación por las calles y carreteras dentro del
concepto del desarrollo de Municipios Saludables.
Además, el Fortalecimiento de la Participación de la Acción Comunitaria ,
mediante el empoderamiento de las personas y su estímulo para que desde las
asociaciones a las que pertenecen se vinculen con los sectores del Estado en
las alternativas de solución del problema.
No puede obviarse la implementación de programas que impulsen el
Desarrollo de Actitudes Personales que impacten la cultura de circulación por
las vías del país, de forma tal que transforme los factores que actualmente son
de riesgo en factores de seguridad.
Y, claro, continuar con la reorientación de los servicios de salud para
poder atender oportunamente, con los componentes de calidad y humanización, a
aquellas personas que su salud sea afectada por un accidente en las vías
públicas.
Solo así, actuando ahora, podemos evitar morir mañana.
0 Comentarios