Se había marchado un espíritu,
Emergía su existencia
En el pináculo de una cascada
Donde se podía decir; abandonado,
Quienes conocían su historia
Afirmaban que cada lontananza se divertía
Haciendo pifiar
su amor.
El desfogue de aquel que moraba solo
Había
desaparecido,
Siendo torturado por la soledad.
Sorpresivamente, en una oportuna colina
Se podía ver un diamante,
Entonces aquel desfogue volvió a ser radiante,
Entonces, entonces el que corría peligro,
Aquel que estaba a punto de caer por la cascada, vio
su socorro
En aquella entusiasta margarita
Que parecía mandada desde el cielo
Con deslumbrante aspecto angelical.
El fiasco parecía alejarse
Frente aquella fragante sonrisa y paradisiaca
hermosura.
El espíritu regresaba victorioso,
Entonces la margarita,
Aquel diamante resucitador volteo su cara,
Se negó a rescatar al moribundo.
El desdén de aquella que dio vida
Desde entonces se convirtió en la condena
Pero ya su esencia no la podía sacar
Había penetrado profundo, ya el moribundo tenía metas
Porque su presencia se quedo plasmada;
Aquel perfume quedo circulando en sus venas.
Para comentarios: 809-359-3928 y
809-467-3310
Nota: debes colocar los versos en la
misma fila como están
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