El reputado psiquiatra César Mella, en un artículo
titulado “Hijos sicarios”, hace un certero análisis sobre la situación de los
hogares dominicanos en cuanto a la educación y la pérdida de los valores.
Atribuye a la falta de formación en el hogar a la pérdida
de los consejos que tradicionalmente se inculcaban en la familia entre otros
motivos como factor principal del deterioro que impedimenta el país. La inquietud
surge a propósito de la consternación que ha causado en el país el asesinato de
la adolescente embarazada Emely Peguero.
Me identifico con este reputado profesional de la
medicina, de manera que pongo esas preocupaciones a la consideración de los lectores:
“A
los jóvenes de este siglo hay que llamarlos varias veces en la mañana para
llevarlos a la escuela y, digo llevarlos porque no tienen que tomar el camión o
caminar larguísimas distancias para llegar a ella. Se levantan generalmente
irritados porque se acuestan muy tarde, viendo televisión por cable, jugando
playstation, hablando o enviando mensajes por teléfono o chateando por la
Internet.
“No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos en
poner un dedo en nada que tenga que ver con arreglar algo en el hogar.
“Tienen los juegos y equipos digitales más modernos del
mercado, Ipod, blackberry y computadora no pueden faltar, como tampoco el pago
por su actualización. Hoy los hijos, muchas veces sin merecerlo, presumen el
celular más novedoso. El nextel más costoso. La más equipada. Nada les costó.
Si se descomponen, para eso estamos, no faltaba más, hay que pagar la
reparación, a la brevedad y sin chistar.
“Idolatran amigos y a falsos personajes de realitys de
mtv. ¡Ah! pero viven encontrándole defectos a los padres, a quienes acusan a
diario de que sus ideas y métodos están pasados de moda. Se cierran
automáticamente a quien les hable de moral, honor y buenas costumbres, y mucho
menos de religión. Lo consideran aburrido. Ya saben todo y, lo que no ¡Lo
consultan en internet!
“Nos asombramos, porque los sicarios cobran cuotas sin
trabajar por ellas, cuando a nuestros hijos los acostumbramos a darles todo
incluso su cuota semanal o mensual sin que verdaderamente trabajen por ella, y
todavía se quejan a porque eso no me alcanza.
“Si son estudiantes, siempre inventan trabajos de equipo
o paseos de campo, que lo menos que uno sospecha, es que regresarán con un
embarazo, habiendo probado éxtasis, coca, marihuana o cuando mínimo
alcoholizados. Y cuando les exiges lo más mínimo en el hogar o en la escuela,
lejos de ser agradecidos te contestan, con desfachatez: yo no pedí nacer, es tu
obligación mantenerme.
“Definitivamente estamos jodidos, pues la tasa de que
hagan su vida independiente se aleja cada vez más, pues aún graduados y con
trabajo, hay que seguirlos manteniendo, pagándoles deudas, servicios y hasta
los partos de sus hijos.
“Con lo anterior, me refiero a un estudio que indica que
este problema es mayor en chicos de la sociedad de clase media o media alta (o
de capas medias urbanas) que bien pudieran estar entre los 14 y los 28 años, si
es correcto 28 años o más ¿lo pueden creer? y que para aquellos padres que
tienen de dos a cuatro hijos constituyen un verdadero dolor de cabeza.
¿Entonces en qué estamos fallando?
“Yo sé, dirán que los tiempos y las oportunidades son
diferentes, pues para los nacidos en los años cuarenta y cincuenta, el orgullo
reiterado era levantarse de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que
tenían que ayudar a limpiar la casa; no se frustraban por no tener vehículo,
andaban a pie a donde fuera, siempre lustraban sus zapatos, los estudiantes no
se avergonzaban de no tener trabajos gerenciales o ejecutivos, aceptaban
trabajos como limpiabotas y repartidores de diarios.
“Lo que le pasó a nuestras generaciones, es que
elaboramos una famosa frase que no dio resultado y mandó todo al diablo: ¡Yo no
quiero que mis hijos pasen, los trabajos y carencias que yo pasé! Nuestros
hijos no conocen la verdadera escasez, el hambre. Se criaron en la cultura del
desperdicio: agua, comida, luz, ropa, dinero.
“Muchos de los nuestros hijos, a los 10 años ya habían
ido a Disneyland mínimo dos veces, cuando nosotros a los 20 si bien nos iba
conocíamos la Ciudad de México, con su atiborrado Metro. El dame y el cómprame,
siempre fue generosamente complacido convirtiendo a nuestros hijos en
habitantes de una pensión, con sirviente (a) y todo incluido, que después
intentamos que funcionara como hogar.
“Es alarmante el índice de divorcios que se está
generando, van a la conquista de su pareja y vuelven al hogar, sólo unos meses
más tarde, divorciados porque la cosa no funcionó; ninguno de los dos quiere
servir al otro en su nueva vida. Como nunca batallaron en la pensión con
sirviente incluido, en la que se les convirtió el hogar paterno, a las primeras
carencias en el propio, avientan el paquete y regresan a la casa para que la
mamá y el papá continúen resolviéndoles la vida.
“Este mensaje es para los que tienen hijos y que pueden
todavía moldearlos, edúquenlos con principios y responsabilidades. Háganles el
hábito del ser agradecidos. Háganles el hábito de saber ganarse el dinero con
honestidad, la comida, la ropa, el costo de la estancia en la casa en la cual
no aportan para el pago de servicios. Háganles saber lo que cuesta cada plato
de comida, cada recibo de luz, agua, renta. Háganles sentir en su casa, cómo se
comportarían ustedes en casa ajena cuando van de visita.
“Por ese domingo o cuota semanal o mensual, edúquenlos en
la cultura de la correspondencia y el agradecimiento. Que los sábados o
domingos laven el carro, ayuden a limpiar la casa, no su cuarto, esa debe ser
obligación de siempre sin pago de por medio. Háganles la costumbre de limpiar
sus zapatos, de que paguen simbólicamente, por todo lo que gratuitamente
reciben, implántenles la ideología de ameritar una especie de beca escolar que
ustedes pagan, y por la que ellos no pagan ni un centavo, eso puede generar una
relación en sus mentes trabajo=bienestar.
“Que entiendan que asistir a la escuela, es un compromiso
con la vida, que no es ningún mérito asistir a ella. De la responsabilidad con
que cumplan ese compromiso, dependerá su calidad de vida futura. Todos los
niños deben desde temprano aprender a lavar, planchar y cocinar, para que
entiendan la economía doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles.
“Cuida lo que ven y ves con ellos en la televisión, y
evita caer en el vicio social llamado telenovelas, los videojuegos violentos,
la moda excesiva y toda la electrónica de la comunicación, que han creado un
marco de referencia muy diferente al que nos tocó. Cuando ocupes corregirlos,
aconséjalos, platica con ellos, no los ofendas, no los reprendas en público. Si
lo haces, nunca lo olvidarán. Nunca te lo perdonarán.
“Estamos comprometidos a revisar los resultados, si
fuimos muy permisivos, o sencillamente hemos trabajado tanto, que el cuidado de
nuestros hijos queda en manos de las empleadas domésticas y en un medio
ambiente cada vez más deformante.
“Ojalá que este mensaje llegue a los que tienen la
oportunidad de cambiar o hacer algo al respecto. Ya los abuelos pagaron.
Nosotros estamos pagando con sangre la transición. Que cada quien tome lo que
le corresponda. Que haga lo que pueda y quiera. Recuerda que para que triunfe
el mal, solo se necesita que la gente buena lo permita….Saludos”.
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