Asier Romero Andonegi * e Irati de Pablo Delgado *
Aroa nos señala un pequeño muñeco encima de la estantería. La entendimos perfectamente. A esta niña le interesa el juguete en cuestión y se lo hemos acercado. La estrategia comunicativa fue sencilla, y para ello utilizó la mirada y el gesto de señalar. Pero ¿cómo surge esta interacción comunicativa?
En la última década los estudios sobre la comunicación
multimodal del bebé, es decir, la utilización conjunta de la mirada, los gestos
y las vocalizaciones que realiza el niño para comunicarse, han experimentado un
incremento sustancial, dando lugar a toda una serie de respuestas a esta
primera interacción comunicativa entre los bebés y los adultos.
A pesar de nacer con toda una serie de habilidades para el
desarrollo de la comunicación, estas se desarrollan de una forma lenta pero
progresiva e inexorablemente unidas al estímulo social.
Desde sus primeras semanas de vida, los bebés sonríen,
mueven las manos, miran al adulto, lloran, y comunican así a las personas de
alrededor cómo se encuentran. Estas primeras interacciones, además de organizar
el comportamiento comunicativo del bebé, sirven para adquirir y compartir las
emociones y el afecto con los demás. De esta forma, su entorno le permitirá
construir una cada vez más compleja telaraña comunicativa, necesaria para el
desarrollo del lenguaje.
Todo empieza a los nueve meses de vida
No será hasta el noveno mes de vida aproximadamente cuando
los bebés empiecen a realizar intercambios comunicativos intencionales con los
adultos. Hasta esa edad, los movimientos son reflejos (automatismos).
Sin embargo, alrededor de los 9 meses se produce un hito en
el desarrollo de los bebés: se dan cuenta de que pueden influir en el entorno a
través del habla o de la comunicación no verbal.
Señalar es el primer gesto
Antes de poder articular las palabras, para lo cual se
necesita el control respiratorio y motor del aparato vocal y un determinado
nivel cognitivo, Aroa hace uso de los gestos que, con el tiempo, irán dejando
paso al habla.
Sin lugar a dudas, el gesto tiene una gran importancia en
el desarrollo del lenguaje, ya que no solo permite que el niño se comunique
sino que nos da información valiosa de su evolución.
A partir de esa edad, los niños empiezan a interactuar con
los objetos de su entorno, es decir, estos elementos ocupan un lugar dentro de
los lógicos intercambios comunicativos con el adulto.
Sin duda, el descubrimiento de los objetos va a constituir
el primer paso para el desarrollo de lo que la ciencia denomina atención
conjunta, es decir, la habilidad del bebé para coordinar su atención con la
de un interlocutor en relación con un objeto o una acción de su entorno.
Desarrollo de la atención a los doce meses
En este sentido, distintas investigaciones ya han señalado
la relación del desarrollo de la atención conjunta con el posterior aprendizaje
del lenguaje. Por ejemplo, sabemos que la capacidad de desarrollo de la
atención conjunta a los doce meses predice el vocabulario que adquirirá el niño
posteriormente.
Con el tiempo, Aroa será ya capaz de coordinar el
movimiento de extensión del brazo y del dedo índice. Y no solo eso, además se
ñalará con motivaciones diferentes. Por ejemplo, con una motivación
declarativa, cuando quiere dirigir la atención del adulto sobre un objeto o con
una intención imperativa cuando busca que el adulto le alcance algo.
Entre los doce y los dieciocho meses
Alrededor de 12-18 meses, los niños suelen coordinar
diferentes señales en los actos comunicativos con el interlocutor;
inicialmente, realizan gestos sin mirar a la persona con la que interactúan; no
obstante, progresivamente, dejan de centrar la mirada en el objeto y van
sincronizando los gestos, las vocalizaciones y las miradas.
Llegamos al primer año
Cuando llegamos al primer año de vida, Aroa puede señalar
el lugar donde anteriormente había un objeto que le interesaba. Como describe
Goldin-Meadow, esta acción de Aroa nos indica que está utilizando el gesto de
señalar como instrumento comunicativo con independencia del referente en sí.
La importancia que adquiere la utilización correcta de este
gesto de señalar se refleja en estudios que han permitido averiguar que los
niños que más señalan desarrollan posterior mente un vocabulario más amplio,
coincidiendo los objetos más señalados con sus primeras palabras.
Es precisamente en este periodo, cuando el bebé empieza con
sus primeras palabras, cuando la utilización del gesto deíctico (de señalar y
de alcanzar) y el habla empiezan a estar coordinados. Así, por ejemplo, Aroa
nos señala hacia su juguete favorito al mismo tiempo que dice “data”.
Combinación de gesto y vocalización
Además, en esta combinación de gesto con vocalización se da
una extraordinaria circunstancia. El patrón de coordinación temporal de ambos
elementos, consistente en sincronizar el intervalo de tiempo más prominente que
se produce en la vocalización con el intervalo de tiempo más prominente en el
gesto deíctico, es casi similar al de los adultos. Por tanto, la gestualidad,
el habla y la mirada son modalidades que se desarrollan y se coordinan
conjuntamente. Vemos cómo ese gesto de señalar que hemos observado con
asiduidad en los bebés no es sino un elemento que tiene una gran influencia
como precursor y predictor en el proceso de desarrollo del lenguaje.
* Universidad del País Vasco / Euskal Herriko
Unibertsitatea
Fuente: https://www.elcastellano.org/
0 Comentarios