Alejandro Rincón Moreno—
Bogotá (EFE).- La rapidez sin precedentes con la que se han desarrollado las vacunas anticovid ha puesto otra vez sobre la mesa un interrogante- ¿por qué otros virus de impacto global como el VIH aún no cuentan con antivirales efectivos?
Si bien en diciembre
pasado una candidata de la farmacéutica belga Janssen entró en la fase final
(III) de ensayos clínicos, el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) -que si
no se trata causa el sida- ha visto pasar ya una década sin un intento exitoso
por lograr un medicamento que evite su infección crónica del cuerpo humano.
En tanto, y mientras 38
millones de personas en el mundo están infectadas por este virus, otro
patógeno, el SARS-CoV-2, ha logrado en tan solo un año y medio que la industria
farmacéutica desarrolle vacunas funcionales que estimulan con éxito una
respuesta inmunitaria y que, incluso, han revolucionado la biotecnología.
En esta carrera han
ganado la urgencia de contener un contagio masivo, la experiencia previa con
epidemias de otros coronavirus y la necesidad apremiante de medicamentos para
contener la covid-19.
Precisamente, esta
situación tan dispar ha plagado las redes sociales de cuestionamientos sobre
cuáles son las diferencias entre ambas enfermedades, por qué una lleva décadas
de desarrollo y otra apareció tan rápido y si existen intereses ocultos que
obstruyen una vacuna contra el sida y han frenado su financiación.
LA URGENCIA
CAUSADA POR UNA TRANSMISIÓN MASIVA
Lo primero a lo que apuntan varios expertos consultados por Efe es a la
facilidad de transmisión que ha mostrado el nuevo coronavirus en comparación
con el VIH, y que se ha visto reflejada en que más de 114 millones de personas
han resultado contagiadas y unas 2,5 millones han muerto desde el inicio de la
pandemia en 2019.
“Esta celeridad en la
elaboración de una vacuna se relaciona con el impacto- el SARS CoV-2 es un
virus de transmisión respiratoria y, por tanto, su capacidad de afectar enormes
grupos poblacionales, inclusive toda la población mundial, con mucha rapidez,
es esperado”, explicó a Efe José David Urbaez, director científico de Sociedad
de Infectología del Distrito Federal de Brasil.
“La transmisión del
VIH, por otra parte, es sexual, vertical (de la madre hacia el feto) o por
compartir sangre contaminada. Eso restringe mucho su capacidad de diseminación
comparado con un virus respiratorio”, añadió.
En esto coincide Jarbas
Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), quien
preguntado por Efe consideró también que “la covid-19 es la mayor amenaza de salud
pública que la humanidad ha enfrentado en un siglo».
“Al principio el VIH
era una enfermedad sin solución, casi como una condena a muerte y hoy es una
enfermedad crónica que se trata, que se puede prevenir y que hay muchas
opciones”, añadió el también epidemiólogo en la Escuela Nacional de Salud
Pública Fundación Oswaldo Cruz de Río de Janeiro.
SON VIRUS MUY
DISTINTOS
En segundo lugar, los científicos apuntan a una divergencia en la complejidad
de la estructura de cada virus.
“Existen diferencias
fundamentales entre el SARS-CoV-2 y el VIH. Aunque ambos son virus, el
SARS-CoV-2 es una infección muy sencilla”, explicó en un reporte del 9 febrero
pasado Peter Godfrey-Fausset, asesor científico de ONUSIDA y profesor de salud
internacional en la London School of Hygiene and Tropical Medicine.
“La enfermedad puede
ser complicada, en ocasiones misteriosa, pero se sabe que casi todas las
personas que se infectan con el SARS-CoV-2 desarrollan anticuerpos a la
proteína S, y es justo eso lo que neutraliza el virus y lleva a la recuperación
con la consiguiente eliminación del virus”, dijo.
En el caso del VIH, si
bien el organismo también crea estos elementos, “por desgracia, muy pocos
logran eliminar la infección y estos anticuerpos resultan insuficientes para
neutralizar el VIH”, según Godfrey-Fausset.
Esto tiene una fuerte
relación con la fabricación de una vacuna que logre contener dicha enfermedad
de transmisión sexual con eficacia, pues, como complementó Barbosa, dependiendo
de la complejidad de un virus “es más fácil” o no desarrollar un medicamento.
“Además, cuando se tiene un tratamiento que puede reducir la carga viral a cero
como tenemos hoy -en el caso del VIH- el interés de desarrollar una vacuna
disminuye, porque usted ya tiene una herramienta de control de la enfermedad”,
añadió.
EL VIH MUTA DE
MANERA ACELERADA
Una tercera arista de esta encrucijada científica la protagoniza la acelerada
mutación que el virus causante del sida ha registrado durante los últimos 50
años, proveniente precisamente de la estructura intrincada del patógeno.
“La envoltura del VIH,
similar a una espiga, es una compleja estructura situada sobre la superficie
del virus. Está recubierta de azúcares y su sitio activo está muy profundo, por
lo que resulta difícil llegar a él”, explicó Godfrey-Fausset.
Según el experto de la
ONU, “el VIH es un retrovirus” que “copia su carga genética y la integra en un
código genético humano. Y mientras realiza la copia, no lo hace de forma
precisa, por lo que aparecen errores. Eso significa que la proteína de
envoltura y el propio VIH están constantemente cambiando, modificando su
aspecto, poniéndoselo difícil a los anticuerpos para que los protejan».
Esa misma visión tiene
Urbaez, para quien -según su experiencia- el VIH tiene una “intensa capacidad
de mutación»- “la célula que el virus parasita, el linfocito T CD4, es además
el gran coordinador de toda la respuesta inmunológica y estructuras usadas como
vacuna pueden no tener efecto estimulador pues no son reconocidas».
EXPERIENCIA PREVIA
CON OTROS CORONAVIRUS
El subdirector de la OPS apuntó a Efe un cuarto punto clave en la “facilidad”
del desarrollo de los al menos 290 proyectos de vacuna anticovid registrados
hasta el momento- el coronvirus SARS-CoV-2 no es el único de su tipo y los
científicos llevan años aprendiendo cómo combatirlos con epidemias pasadas.
“Tuvimos en el año 2003
la epidemia del SARS, tuvimos en el año 2011 la epidemia de MERS. Esas dos
epidemias fueron producidas por virus que son como primos, son de la misma
familia. Entones ya había mucho desarrollo de intentos para lograr vacunas
contra los coronavirus”, añadió Barbosa.
Eso se explica,
también, en el hecho de que “la vacuna hoy es la única herramienta” para
combatir un coronavirus, “conjuntamente con las medidas no farmacológicas como
el uso de mascarilla, mantener el distanciamiento físico o evitar
aglomeraciones”, explicó.
¿NO HAY
FINANCIACIÓN?
Tampoco es cierto que
la financiación destinada a hallar una vacuna efectiva contra el VIH sea
insuficiente, pues según datos de ONUSIDA durante la última década se han
invertido unos 1.000 millones de dólares anuales a su investigación y
desarrollo.
¿Eso es mucho o no es
suficiente? Equivale a alrededor de un 5 % del presupuesto para la respuesta
mundial al VIH. Podemos decir que ha habido un éxito limitado”, consideró en su
ponencia Godfrey-Fausset.
De hecho, como apunto
el asesor científico de la ONU, en 2009 hubo una gran expectación por una
candidata a vacuna desarrollada en Tailandia que parecía brindar una cierta
protección contra la infección por el VIH, aunque no superaba el 30 % según sus
datos.
La financiación
constante, sin embargo, ha desembocado una década después en que en diciembre
pasado Janssen haya anunciado que su prototipo de vacuna contra el VIH, que
curiosamente utiliza la misma tecnología de su fármaco contra la covid-19,
iniciara la fase final de sus ensayos clínicos, en la que será administrada a
seres humanos.
Según la investigación,
publicada en la revista The Lancet, las pruebas finales se realizarán en un
lapso de 24 a 36 meses bajo el mecanismo Mosaico, por el que se administrará en
hospitales y clínicas de todo México inicialmente, para luego distribuirla en
Argentina, Brasil, Italia, Perú, Polonia, España y EE.UU
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