Los virus no tienen voluntad ni controlan sus mutaciones,
pero el proceso evolutivo siempre da como resultado una mejor adaptación al
medio. En este caso, a nosotros.
¿Cómo actúa la selección natural sobre el SARS-CoV-2?
Básicamente de dos formas: o bien hace desaparecer mutaciones que son
deletéreas o perjudiciales o bien selecciona mutaciones favorables porque
tienen un valor adaptativo.
Conocer las mutaciones del coronavirus SARS-CoV-2 es
interesante para realizar una vigilancia genómica de la pandemia, pero también
para conocer el impacto que pueda tener la evolución del virus sobre ella.
Evolución del SARS-CoV-2 a lo largo de la pandemia
Desde que el SARS-CoV-2 realizó el salto a nuestra especie
ha acumulado más de 12.700 mutaciones. La mayoría no tienen
consecuencias biológicas. Otras han dado lugar a nuevas variantes. Algunas de
ellas se denominan variante de interés (VOI) o de preocupación (VOC).
- Variante
de interés (VOI): variante del SARS-CoV-2
que porta cambios genéticos que pueden causar una enfermedad más severa,
escapar al sistema inmune, afectar al diagnóstico de la enfermedad o a su
transmisibilidad, provocando transmisión comunitaria en varios países,
aumentando su prevalencia con un impacto notable sobre la salud pública.
- Variante
de preocupación (VOC): es una VOI que haya demostrado
una mayor transmisibilidad, peor pronóstico, mayor virulencia o una menor
eficacia de las medidas de salud pública, incluidos los tratamientos
conocidos y las vacunas.
Al inicio de la pandemia (antes de febrero de 2020), cuando
todavía no se tenía un control sobre la transmisión comunitaria del virus, hubo
un periodo de rápida diversificación genética del virus coincidente con su
transmisión en cada región geográfica.
Ilustración de anticuerpos atacando el SARS CoV-2.
A partir de marzo de 2020, con la llegada de los
confinamientos en casi todo el mundo, ocurrió una extinción masiva y una
homogeneización de mutaciones (variantes). Los confinamientos frenaron la
expansión de algunas variantes.
Tras la relajación de las restricciones, se produjo
una nueva diversificación, esta vez de forma más progresiva. Esta fase de
la evolución del coronavirus tuvo un importante componente geográfico, donde la
aparición de mutaciones y variantes se agruparon por regiones geográficas.
¿Qué hubiese pasado sin confinamientos? No lo sabemos, pero
posiblemente habría ocasionado una mayor y más rápida diversificación de las
mutaciones.
Y, por tanto, la aparición de un mayor número de variantes.
La evolución del virus se habría acelerado y con ella su adaptación al ser
humano. Esto hubiera sucedido con un alto coste en vidas y pérdida de salud
para millones de personas.
Selección convergente
Hasta la fecha han aparecido más de 100 mutaciones que dan
lugar a cambios en la secuencia de aminoácidos de las proteínas del virus.
Algo a tener en cuenta es que algunas de estas mutaciones
han surgido recurrentemente durante la pandemia en diferentes variantes o
linajes a lo largo de todo el planeta de una manera completamente
independiente.
Esto indica que hay una fuerte presión selectiva actuando
sobre dichas posiciones: es lo que se conoce como convergencia evolutiva. El
virus encuentra una y otra vez las mismas soluciones (mutaciones) para
adaptarse mejor al ser humano y asegurar su supervivencia.
También pueden ocurrir mutaciones que suponen una
desventaja para la supervivencia o replicación del virus. Esto es una selección
purificante.
Por ejemplo, una mutación que sea reconocida por
determinado tipo de anticuerpo muy prevalente en una población hará que esa
variante desaparezca en favor de otras que no la tengan. Esos casos son
difíciles de detectar sin una secuenciación de todos los casos de la
población.
Hay tres posiciones en el genoma que han sufrido mutaciones
claves en la evolución de la pandemia hasta la fecha. La primera es la
mutación D614G en la proteína de la espícula. Las otras dos son la
R203K y la G204R, que han ocurrido en la proteína de la nucleocápside del
virus.
Mutaciones relevantes en la espícula
La espícula del virus es la llave que abre la entrada a la
célula humana. Así que no es de extrañar que haya habido una selección positiva
en el sitio de unión al receptor, favorecida por aquellas mutaciones que son
más eficientes en la infección.
La mutación D614G apareció hacia febrero de 2020. Esta
mutación se ha detectado en la variante alfa, contribuyendo a su expansión a
otras zonas geográficas, principalmente europeas en su inicio. Pero también
surgió en prácticamente todas las variantes de interés como la beta y la delta.
La mutación D614G se sitúa dentro de la proteína espiga, la
que el virus utiliza para penetrar en nuestras células.
Curiosamente, este sitio es más propenso a cambios, y la
mutación podría ser debida a múltiples ganancias del aminoácido ácido
aspártico, para una posterior pérdida y substitución por la glicina.
Algunas regiones del genoma son más susceptibles a
mutaciones que otras. Por ejemplo, en el sitio de unión de la espícula han
aparecido otras 31 mutaciones.
Las diferentes variantes se determinan en función de estas
mutaciones. Son una huella de selección que aparecen en los
diferentes linajes del virus.
Otras mutaciones de la espícula que han aparecido en las
VOC son la N501Y y la E484K, que se ha asociado con una disminución de la
respuesta de los anticuerpos neutralizantes.
Estas mutaciones indican una rápida adaptación del virus a
los humanos, permaneciendo aquellas que facilitan el contagio entre personas, y
su entrada en las células humanas.
Mutaciones en la nucleocápside
Si la espícula es la llave de entrada a la célula, la
nucleocápside es la armadura que protege su información dentro de la célula y
asegura su transcripción.
La región que codifica para la proteína de la nucleocápside
parece acumular la mayor proporción de mutaciones positivas en el genoma del
SARS-CoV-2, como la R203K y la G204R. Las mutaciones que ayudan a proteger este
material genético del virus proporcionan una ventaja evolutiva.
Aunque la nucleocápside ha recibido menos atención que la
proteína de la espícula, parece desempeñar un papel fundamental en la evolución
del virus y su adaptación para sobrevivir en las células humanas.
Es previsible que se sigan acumulando mutaciones en esta
región del genoma a lo largo de la pandemia. Estas mutaciones tendrán como
resultado una replicación más eficiente en nuestras células.
Futuro de la evolución del SARS-CoV-2
En el año y medio que ha pasado de pandemia, el SARS-CoV-2
está adaptándose a los humanos, así como a diferentes especies animales. Las
principales mutaciones están favoreciendo la transmisibilidad, sobre todo en su
rapidez (selección positiva). En menor medida están favoreciendo la resistencia
a la inmunidad (selección negativa).
La transmisibilidad del virus es alta en comparación con
otros virus respiratorios, lo que juega a favor de su supervivencia, al igual
que su ventana de contagio relativamente amplia en algunos infectados
asintomáticos o presintomáticos. Aunque la mortalidad es relativamente baja en
el conjunto global de la población, el virus es capaz de saturar el sistema
sanitario y tener una alta letalidad en grupos de edades avanzadas.
Las tasas de letalidad globales del virus no son
determinantes en la supervivencia del SARS-CoV-2, ya que las principales
tasas de ataque ocurren en estadios menos graves de la enfermedad. Esta
circunstancia hace que la evolución del coronavirus no esté determinada por lo
que ocurre tras el proceso de infección, en el curso de la enfermedad y la
subsiguiente convalecencia en el hospedador.
Por tanto, es poco probable que ocurran mutaciones en el
virus que supongan un cambio drástico en su letalidad (mayor o
menor). Será cuestión de azar que algunas mutaciones acaben siendo más o menos
letales.
Sí que es esperable que surjan nuevas mutaciones que
aumenten la capacidad de transmisión del virus. También son posibles las
mutaciones que supongan una menor eficacia de las vacunas. Su éxito dependerá
de lo rápido que se consiga inmunizar a un elevado porcentaje de la población
mundial.
Cortar las cadenas de contagio con las medidas preventivas
que conocemos y las vacunas siguen siendo las medidas principales para acabar
con la pandemia.
Aunque es pronto para saberlo, no se puede
descartar que haya que variar la composición de las vacunas en un
futuro para incluir variantes nuevas que puedan inducir una respuesta inmune
más eficaz.
Fuente: https://eldia.com.do/
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